8 de junio de 2008

La Censura



La censura

A lo largo de la sangrienta dictadura franquista fueron múltiples las formas de censura. Formaba parte de la represión del régimen que buscaba con ello mantener un estado de terror sobre el conjunto de la ciudadanía. No escapaban a ella ni la expresión artística ni mucho menos la política.

Hoy en día las formas de censura se adaptan a los nuevos tiempos. Ya no es elegante meter en la cárcel a toda persona que se declare diferente. Ahora hay un marco para lo políticamente correcto, diseñado para que cierto grado de rebeldía tenga lugar y siempre y cuando se asuman las reglas del juego la vida transcurre sin demasiados sobresaltos.

Pero a l@s rebeldes y travies@s les esperan otras cosas. A l@s que gritan para transformar, a l@s que miran sin miedo, a l@s que creen que es una obscenidad que la banca acumule miles de millones mientras otros mueren, y lo dicen y lo luchan, a es@s les espera la criminalización o la invisibilidad.

Otra de las formas en que opera esta nueva forma de censura es a través del descrédito y la calumnia acusando a todo lo que es diferente, a todo lo que cuestiona la continuidad e influencia del pensamiento neoliberal.

Parece que todo cambia, pero antes y ahora el objetivo es el mismo: controlar y reprimir. Algunos dirán que esta sociedad es la de las libertades, repleta de parques temáticos del consumo, con estanterías de supermercados colmadas de alimentos. Ha garantizado el derecho a elegir, a opinar. La sociedad de la opulencia en la que cualquiera puede expresarse siempre y cuando lo haga dentro de la lógica del mercado. La publicidad nos señala qué hacer para ser seres humanos más elevados y alcanzar el nirvana del diseño.

Ahora la libertad de expresión está condicionada por las cifras de ventas. Ya no se necesita un mecanismo de represión directa, la mano invisible del mercado lo regula todo, hasta la libertad de expresión, de conciencia, de elección. Si un libro no vende no se edita, si una persona reivindica una vivienda digna se convierte en un delincuente que atenta contra la propiedad, si alguien no tiene dos coches es un miserable y si se declara comunista, un loco trasnochado.

Sin embargo desde la agrupación de locos y trasnochados de Rivas Vaciamadrid, queremos hacer un llamamiento a nuestros conciudadanos y conciudadanas para que no les confundan. A veces la embriaguez del éxito nos nubla la vista y nos despista. Por eso, cuando en una ciudad de 65000 habitantes en la que el Partido Comunista de España forma parte del gobierno municipal a través de IU, una sola persona consigue, a través de las calumnias y las presiones mediáticas, coartar la libertad de expresión de su organización juvenil, estamos asistiendo a un claro ejercicio de censura, que además supone un ataque directo a la constitución al vulnerar el artículo 20.b que reconoce la libertad de expresión artística y literaria.

Y quizá no parezca importante, pero en un marco regional y estatal en el que los obispos hacen política desde los púlpitos y en el que la ultraderecha asigna derechos en base a elementos arbitrarios como las rentas o los caprichos del mercado, es especialmente necesario destapar a los herederos del antiguo régimen, como el Sr. Querencias, allá donde aparezcan. La responsabilidad política nos marca seguir siendo fieles a aquello por lo que luchamos. Nos marca mantener una línea coherente con las libertades y en ningún caso hacer concesiones a la ultraderecha. Ser de izquierdas es ser responsable, es asumir este camino. El único camino.

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